¿Hacer los que nos gusta o hacer lo que el mercado te indica?
En esta existente peluquería blanda, amoldable o trata de adaptarse a cualquier nueva frase o tendencia, producto de una inventiva de algún gran inspirador intelectual o de un colgado total de la industria, que se introdujo a las redes sociales, fisurando la identidad del sector llevándolos a pensar que la peluquería es un reel de 60 segundos.
Los nuevos “Demagogos” aquellos que con acciones busca manipular y complacer a un grupo de personas por medio de discursos poco claros y promesas que generalmente no son cumplidas, están pululando en las redes sociales con relatos de productos mágicos, de que todos deben ser rubios perfectos, técnicas novedosas que llevan varias décadas o el secreto del peluquero del millón de dólares.
Estamos en crisis de extremo exceso de información (nunca visto) que recibimos de manera constante a cada minuto en nuestros celulares de la industria, contenidos que nadie certifica su veracidad y que tratan de crear una adicción de “Ser geniales a cada momento como profesional”, que termina siendo una misión imposible.
Cuando bajamos a tierra nos damos cuenta de que la peluquería es una profesión artística que necesita un bagaje intelectual y técnico, que la palabra “Clásico” es para clientes exigentes con pertenencia y la palabra “Transgresor” es un humo perfumado de un sahumerio encendido que según su calidad dura más o menos minutos encendidos.
Rodolfo Urrea