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Un maestro en el bolsillo

Ramiro un joven Barbero de 27 años está en su casa pronto a realizar la cena con su familia, momentos más tarde mientras comía con los suyos, su padre le pregunta cómo está su trabajo como barbero y el responde que muy tranquilo, pero ya llegaran tiempos de éxitos.

Eduardo el padre de Ramiro que trabaja en una empresa automotriz que, desde sus inicios, está acostumbrado que todos los años tienen capacitaciones permanentes sobre su actividad específica de actualizaciones y posterior acreditación y calificación de su rol, le pregunta a su hijo Ramiro que le diga como aprendió el oficio de Barbero o peluquero, Ramiro con una sonrisa saca su teléfono del bolsillo de la camisa y le dice aquí están todos mis maestros y aprendo de ellos en mis tiempos libres.

Esta realidad rugosa con un padre que conoce que la formación continua te hace mejor en cada actividad laboral y una generación la de su hijo Ramiro que tiene su teléfono como único maestro, mentor y motivador, es un el gran “Relato versus Realidad” que instala una industria de la peluquería en su mayoría de ilusión muy empobrecida en dinero y proyección.

Cuando escribía esta breve editorial pensaba que en la industria de la peluquería contemporánea por suerte “Siempre pasa algo”, el tema es: ¿si es escuchada?, ¿si es observada? o quienes están a cargo de la misma ¿tienen ganas de hacer algunos cambios?

Todos los peluqueros tienen un Maestro en el bolsillo porque todos ellos tienen un teléfono dejando inclusive atrás aquellos generadores de contenidos y puestas en escena de la peluquería clásica.

Estamos en una peluquería que cuesta discernir entre “verosímil” (Que tiene apariencia de verdadero) o lo verdadero por más despiadado que resuene.
Rodolfo Urrea