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Ni un pelo de tonto

Hace unos instantes finalizo una reunión con uno de los Empresario más creciente de la peluquería de nuestra región donde aparece una frase para mi fantástica sobre un competidor que está creciendo y este empresario dice “No tiene ni un pelo de tonto”.

El costumbrismo de que debemos ser “Vivos” para los negocios o algunas maniobras no santas se fue apagando a través de los años en una industria del sector de la peluquería donde el colectivo crece de manera imparable, a su vez casi todos se conocen y se identifica de manera muy rápida que ofrecen en el mercado hasta con calificaciones sobre la calidad.

• Ni un pelo de tonto se le podría decir a ¿quién realiza un curso y no completo el cupo y NO devuelve el dinero a los primeros acreditados?
• Ni un pelo de tonto, ¿se le podría decir al que vende un PDF con secretos mágicos de colorimetría?
• Ni un pelo de tonto ¿se le podría decir al que rellena los envases de una marca Premium con productos de tercera línea en su salón?
• Ni un pelo de tonto ¿podría ser aquel que usa fotos inclusive una marca ya registrada como propia?
• Ni un pelo de tonto se le podría decir a ¿quién todos los días ofrece un curso de TODOLOGIA convirtiéndose en un experto de un día para el otro?
• Ni un pelo de tonto se le podría decir a ¿quiénes quieren instalar en el mercado que necesitan llamarse profesionales para ejercer la peluquería?
• Ni un pelo de tonto deberíamos decirle a ¿quiénes abren Barberías alrededor de un salón histórico del barrio con precios muy bajos?
• Ni un pelo de tonto podríamos decirle al ¿qué le cobra a los peluqueros un atelier de una marca especifica no enseñando absolutamente nada nuevo?

El peluquero perdió esa mirada ingenua que tenía hacia la industria demostrando que “No tiene un pelo de tonto”, cada vez está más complejo venderle porque experimento cientos de variantes hasta que un día se dio cuenta que el mejor Laboratorio de aprendizaje lo tiene en su propio sillón y el que ratifica y evalúa todos los días que eres un buen “Profesional” es tu cliente que paga y regresa, el resto sigue siendo purpurina.
Rodolfo Urrea