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Mala praxis en la estética cada 14 minutos un caso.

La gran incubadora de personal a trabajar en la industria de la estética se gestó en plena pandemia y post de la misma se multiplicó por seis la cantidad de “Profesionales de la estética” que operan diferentes herramientas y tratamientos invasivos.

Latinoamérica tiene cada “14 minutos” una Mala praxis realizada por una cosmetóloga, esteticista, masajistas inclusive médicos, aparecen estas quejas y denuncias en redes sociales, medios de comunicación masiva y hasta algunos informes de instituciones serias de la industria.

Una época de crisis económica en la región produce que miles de estudiantes y trabajadores de manera empírica ingresen a la industria de la estética, en garaje, departamentos sin habilitación, compartir espacios en una peluquería o sala de uñas es la modalidad más frecuente, sin certificaciones, aprobaciones solo con un entusiasmo de ganar unos dólares por día con grandes promociones 2X1.

Los formadores de opinión o educadores de la industria de la estética quedaron en un tercer plano, aparecen en un congreso que solo representa una mínima parte de profesionales del sector, mientras el nuevo ORACULO las redes sociales están invadidas de cómo, quienes, cuanto y donde acudir a una cita para cualquier prestación o servicios de estética con precios imbatibles.

Los expertos en la industria se convirtieron en “reparadores” de servicios realizados a clientes – pacientes que sufrieron una mala praxis, se estima que la industria de la estética el 22% de las certificaciones o diplomas son apocrifitos y que algunas instituciones un gran sello de goma que NO funcionan como contralor de la industria y mucho menos organizar la agenda de lo que se necesita realmente que es PROFESIONALIZAR los procesos.

Otro del tema es la alquimia propia de productos que preparan en casa para después comercializarlas como formulaciones magistrales con dos extremos muy marcados (Son placebos o son un peligro para la piel)
Rodolfo Urrea